Como lo mencionó Adolfo Sánchez Vázquez, el riesgo de una travesía tan prolongada, en las circunstancias dolorosas en que se llevó acabo, sumadas al tedio y la monotonía, acrecentaron los recuerdos amargos y la nostalgia, lo que en algunos provocaba depresión. Poco a poco esto se modificó y los sentimientos se convirtieron en esperanza. Susana Gamboa, pareja del principal ejecutor de la política de asilo y organizador de dicha expedición, Fernando Gamboa, decidió a los tres días del viaje anunciar a los pasajeros que se realizaría una serie de actividades culturales. Se llevaron a cabo conferencias por parte de los profesores, las cuales eran pronunciadas en los altavoces de las cubiertas del buque. Hablaron sobre México, temas de historia, problemas sociales, económicos y políticos del país al cual llegarían, todo esto como una manera de orientarlos en su eventual adaptación a la tierra que los recibiría.
También, por este mismo medio, se promovían actividades como reuniones, fiestas, bailes, exposiciones artísticas, recitales como los que dieron Pedro Garfias y Luis Iniesta, así como concursos literarios y conciertos con la “Agrupación Musical Española” bajo la batuta del maestro Oropeza; para todo ello se formaron comisiones organizadoras. Durante el trayecto había un gran cuidado por los menores y su bienestar, por lo cual se realizaron actividades enfocadas a ellos, tales como clases de gimnasia, cenas especiales o el regalo de dulces; es así como los pasajeros pudieron disfrutar de actos culturales y hacer menos tedioso el viaje.
Otra de las actividades que realizaron fue iniciar la reproducción en mimeógrafo del periódico Sinaia. Diario de la primera expedición de Republicanos españoles a México, a cargo de Juan Rejano, Manuel Andújar (Manuel Culebra Muñoz) y Ramón Peinador, con la colaboración de Ramón Iglesia, Ramón Tarragó Germán Horacio Robles, Juan Varea y José Bardasano. En esta publicación también participaron obreros de diversos oficios y maestros de primera enseñanza; durante la tarde, los miembros de la redacción se reunían en el comedor del puente[1] para organizar los contenidos del día siguiente. Este diario les proporcionó a los pasajeros conocimientos básicos sobre el país al que se dirigían, ente los que se cuentan los artículos “Ideas del presidente Cárdenas”, “Economía agrícola Mexicana”, “Los petróleos mexicanos”, “¿Cómo es la tierra de México?”, “Geografía de México”, “Los corridos de la Revolución Mexicana”[2], entre otros. Abardaban temas como “Lo que pasa a bordo”, sección en la cual anunciaron el nacimiento de una niña que fue nombrada Susana Sinaia Caparrós Cruz y el de un niño llamado Miguel Ochoa Madrid; otra sección informativa era “Lo que pasa en el mundo” en la que anunciaban principalmente la situación de España. Cabe resaltar que este periódico es una gran fuente documental que ha servido para reconstruir la vida a bordo, los intereses de los refugiados y sus preocupaciones, entre las que se encontraba la conservación de la unidad republicana una vez instalados en México.
Con todo esto se da una muestra de la enorme organización que se alcanzó, tanto para la realización de las actividades y la elaboración del periódico, así como para la promoción del orden y respeto de las indicaciones en favor de la óptima convivencia: cuidar el agua, “no hacer demasiadas colas, no estorbar el paso de la tripulación, no hablar a gritos cerca de los dormitorios de los oficiales que hacían turno por la noche y descansaban durante el día”[3], entre otras.
Durante la travesía se fue conformando la manera en que los refugiados españoles iban a desempeñarse en México, ya que desde el principio tuvieron la conciencia del compromiso que adquirían con el país que los acogía, así como el apoyo a la política de Cárdenas, por lo que llegaron a la conclusión de que la forma de retribuir sería a través del “trabajo, la técnica y la mano de obra”[4].
Muchos también tenían la clara idea de que no eran un grupo que se diera por vencido, a pesar de dejar su patria, familia, hogar, pertenencias y haber sido derrotados militarmente. Ello contribuyó a que fueran fuertes moralmente por haber resistido hasta el final con sus ideales republicanos firmes, ya que la defensa y el cumplimiento de estos seguían en pie, tal como se muestra en la siguiente cita:
Vamos a México. El Atlántico, progresivamente, va quedando atrás. Dentro de breves días, tierras para nosotros desconocidas, se abrirán ante nuestros ojos y nos brindaran, su asilo, su fraternidad.
No vamos de turistas; somos, simplemente refugiados políticos acogidos a una generosa hospitalidad.
Por ello, desearíamos que cada uno, particularmente, se trazase una conducta a seguir, basada en el principio de mutua convivencia y de simpatía hacia el pueblo que nos acoge. Pero también queridos compañeros, debemos tener siempre en cuenta, hasta en los detalles más nimios e insignificantes, que nuestra causa sigue en pie, y que; en todo momento aportaremos el grado de colaboración a esa idea, según el comportamiento cívico que desarrollemos a los ojos del Nuevo Mundo[5].
En la embarcación se desarrolló un sentido de cooperación anulando comportamientos egoístas por intereses personales, este aspecto lo resalta Sánchez Vázquez con una cita de Manuel Andújar: “a pesar del llamado individualismo español, hubo una coordinación y un sentido colectivo que nos mantuvo unidos; los del Sinaia éramos una comunidad”[6] este grupo que cruzaba el Atlántico en los dieciocho días de viaje tuvo este periodo para modificar de ser un conjunto heterogéneo y de familias aisladas, en una verdadera comunidad dispuesta a enfrentar su nuevo rumbo.
Investigación: Ariadna Lilián Rodríguez Argueta, responsable de Archivo y Biblioteca del Ateneo Español de México.
[1] Matesanz, José Antonio, “Con México presente en la esperanza” en: Raíces del exilio. Mexico ante la guerra civil española 1936-1939, Colmex – UNAM, México, 1999, p. 417.
[2] “Diario del Sinaia” en Los barcos de la libertad. Diarios de viaje Sinaia, Ipanema y Mexique (mayo-julio 1939), Colmex, México, 2006, p. 15-139
[3] Matesanz, ibíd. p. 419
[4] Ibídem.
[5] “Diario del Sinaia”, p. 47
[6] Sánchez Vázquez, Adolfo, “Recordando al Sinaia” en: Del Exilio en México. Recuerdos y reflexiones, Grijalbo, México, 1991, p. 24.