También se desarrolló entre los pasajeros del Sinaia una vinculación responsable con el pueblo que los acogería, por lo cual tenían la firme decisión de responder a la hospitalidad que México y su Gobierno les otorgaba.
Uno de los tantos instantes emotivos que recuerda Adolfo Sánchez Vázquez es cuando una mañana en la bodega que compartía con Juan Rejano y Pedro Garfias, este último “saltó de su litera y empezó a recitar el poema que había concebido y gestado durante toda la noche”[1] se refería a “Entre España y México”, del cual este filósofo y escritor destacó el siguiente fragmento:
Como en otro tiempo por la mar salada
te va un río español de sangre roja,
de generosa sangre desbordada..
Pero eres tú, esta vez quien nos conquista
y para siempre, ¡Oh vieja y nueva España![2]
En los relatos se repite otro recuerdo y es la escala en Puerto Rico, el día 6 de junio. Se dio la instrucción de no dejar bajar a los pasajeros, excepto a dos, para que fueran entrevistados por unos periodistas, éstos fueron Adolfo Vázquez Humasqué y Antonio Zozaya; a pesar de las prohibiciones de descender, los lugareños les hicieron llegar frutas, caramelos y cigarros, también les realizaron una recepción, “con centenares de miembros del Frente Popular Español de Puerto Rico”[3].
Conforme se iban acercando a su destino las indicaciones para el desembarco comenzaron a proporcionarse, se dio aviso de que todos debían contar con una ficha médica en orden y, si no contaban con las vacunas, tenían que acudir a aplicárselas. También debían llenar sus fichas profesionales y se les comunicó que el descenso se realizaría por familias con la ya mencionada ficha médica y su pasaporte en mano.
Por lo tanto, en tierras mexicanas también se encontraban organizando los preparativos para el arribo de los pasajeros del Sinaia y su destino en territorio mexicano; Francisco Méndez Aspe, miembro del Gobierno de Negrín, traía instrucciones y recursos económicos para este grupo de refugiados.
Para ocuparse de los detalles de la admisión, desembarque y alojamiento provisional, se creó el Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles, para trabajar en conjunto con las autoridades mexicanas para el registro de los pasajeros, además de proporcionar medios para su manutención y alojamiento y así no generar un gasto económico al gobierno de México.
El buque Sinaia entró a la bahía de Veracruz a las cinco de la mañana el día 13 de junio de 1939, tapizado con carteles que proclamaban Viva México, Viva España, ¡Viva Cárdenas! ¡Viva Negrín!, ¡Negrín tenía razón!, La Juventud Española saluda a México[4], a las seis horas el buque atracó en el muelle, a las nueve de la mañana subió el doctor Negrín, quien estuvo con ellos alrededor de tres horas, a las diez de la mañana le siguió Vicente Lombardo Toledano, presidente de la Confederación de Trabajadores de México, junto con Fernando Casas Alemán, gobernador de Veracruz; el secretario de gobernación Ignacio García Téllez y Alejandro Gómez Maganda quien iba en representación del presidente Lázaro Cárdenas[5].
A las 11 de la mañana se inició el descenso. Sánchez Vázquez recuerda el momento de pisar tierra firme, sentir la emoción en todo el cuerpo al ver y escuchar a los miles de obreros que saludaban desde el muelle agitando sus brazos, alzando sus estandartes y pancartas y lanzando entusiastas consignas[6] “para recibir a los heroicos defensores de la República”[7]. Se inició un mitin en el puerto que culminó en el Palacio Municipal, plaza en la cual se dio la recepción oficial, García Téllez, Gómez Maganda y Lombardo Toledano dirigieron a los recién llegados discursos de bienvenida, la Agrupación Musical Madrid (Antigua Banda del Quinto Regimiento Español), interpretó los himnos de España y México, piezas mexicanas como la Adelita, la Cucaracha. El acto culminó pasada la una de la tarde, momento en el que comenzó la distribución para alojar a los refugiados, en la bodega La Terminal los hombres solos, en la Escuela Naval familias de personas con profesiones intelectuales; en la escuela Prevocacional, en la Escuela Cantoral y en el Vapor Manuel Arnus, otras familias. Dada la organización previa, estos lugares ya se encontraban adaptados para albergar a los exiliados con agua potable, servicios sanitarios y camas[8].
Según la información que refiere el Documento Quintanilla, el estado civil de los pasajeros fue de 847 casados, 452 solteros, 253 menores, 44 viudos y 3 divorciados; con un sorprendente índice de analfabetismo de 1.1%; de las más diversas profesiones entre las cuales podemos mencionar médicos, abogados, químicos, veterinarios, peritos, agrónomos, profesores y catedráticos, siendo estos últimos la cantidad mayor de profesionistas que vinieron en esta embarcación con 88 personas. En cuanto a otros oficios, hubo de igual forma una gran variedad: ebanistas, alpargateros, carniceros, militares, pescadores y, en mayor cantidad, los agricultores, con 172 personas.[9]
Es así como la llegada del Sinaia a Veracruz marcó el comienzo de la larga marcha del exilio en México. Paradójicamente, un final y un comienzo, ya que este viaje significó la esperanza ante el porvenir, pero también significó el abandono de su patria[10] para empezar una vida nueva en otro territorio, reivindicar los ideales republicanos, mantener una cohesión como comunidad para enaltecer su cultura hispánica.
Investigación: Ariadna Lilián Rodríguez Argueta, responsable de Archivo y Biblioteca del Ateneo Español de México.
[1] Sánchez Vázquez, Adolfo, “Recordando al Sinaia” en: Del Exilio en México. Recuerdos y reflexiones, Grijalbo, México, 1991, p. 26.
[2] Ibídem.
[3] Matesanz, José Antonio, “Con México presente en la esperanza” en: Raíces del exilio. Mexico ante la guerra civil española 1936-1939, Colmex – UNAM, México, 1999, p. 422.
[4] Ibíd., p. 446.
[5] Ibíd., p. 447.
[6] Sánchez Vázquez, Ibíd., p. 26-27.
[7] Ibíd., p. 446.
[8] Ruiz Funes, Concepción y Tuñón, Enriqueta, Palabras del Exilio. Final y comienzo Sinaia, INAH – SEP, México, 1982, p. 188.
[9] “Llegada del Vapor Sinaia” en Quintanilla, Patricio, Memoria de las Actividades realizadas por la Delegación de Veracruz. Comité Técnico de Ayuda a los Españoles en México, México, 1939. Fondo Histórico del Ateneo Español de México, caja 29, fojas 32-38.
[10] Ruiz Funes y Tuñón, Op. Cit. p. 14.
Soy Pilar Poza Díaz, hija de refugiados españoles
Me emociona leer cómo.fueron recibidos nuestros padres por México la patria dónde nací, crecí, estudié, me casé, tuve hijos y he sido muy feliz.
Grsciaz a las personas que recopilaron estos emocionantes recuerdos.